Nos gusta hacer lo mejor que podemos con lo que tenemos, nos gusta experimentar y nos gusta
cuestionar lo que hay y salirnos de lo convencional. Además creemos en la propia evolución; es
decir, lo que funciona lo dejamos y lo que tiene espacio para mejorar lo mejoramos.
¡Aunque nos tome 100 años!
Tenemos un viñedo en una zona y en una época en la que tenemos un gran espacio y una gran libertad para proponer, experimentar y aprender.
Desde las variedades que tenemos plantadas y las prácticas de manejo en el campo para obtener la mejor fruta que podamos. Los métodos de vinificación junto con la tecnología y equipo que usamos para transformarla en grandes vinos. También los ensambles que podemos realizar, a veces poco ortodoxos. Por esta razón creemos que es un momento emocionante para la vitivinicultura de nuestra región y no tenemos ataduras con lo que podemos lograr.
Aprendimos en la universidad de California, en Davis, un dicho que nos encanta.
Creemos resume
muy bien nuestra manera de abordar el viñedo y el vino:
“La planta crece durante todo el año y desarrolla las uvas que serán cosechadas, vinificadas y embotelladas; durante todo este ciclo intervienen circunstancias y hay que tomar decisiones y después de todo, cuando descorchamos una botella… ¡El vino lo recuerda todo!“.